jueves, 14 de mayo de 2009

Los Mayas Dixit

Últimamente está muy de moda el fin del mundo según los mayas. Que si se acaba el calendario, que si el fin del mundo, que si el cometa nosequé, que si los cambios de polos que si pim, que si pam. ¡Patrañas y memeces! ¡Los mayas! Un pueblo ya extinguido no va a ser el responsable del fin del mundo, desde Cómo Destruir la Tierra (CDT) no vamos a permitir algo así. Pero, ¿por qué se acaba el mundo? Para entender eso, es necesario entender el calendario maya. Así que vamos a intentar explicarlo.

Los mayas utilizaban 3 calendarios: el Tzolkin de uso religioso, el Haab para uso civil y, el que nos pertoca, el calendario de cuenta larga que se utilizaba para contar días en relación a una fecha inicial, más o menos como el nuestro. La teoría de que la tierra toca a su fin emplaza que el día 21 de diciembre de 2012 este calendario llegará a su fin, esta teoría, al poco de investigar, se nos antoja una gilipollez, sobre todo si tenemos en cuenta que existen muchas discrepancias sobre la fecha en la que comenzó a contar dicho calendario. Si no sabemos cuándo empezó, menos vamos a saber cuando acaba, ¿no? Pero vamos a profundizar un poco más en el funcionamiento de dicho calendario, intentemos descubrir que motiva a la gente a pensar que dicho calendario se acaba y arrojemos un poco de luz a todo este hilarante asunto.

El calendario maya de Cuenta Larga se basa en un sistema de contaje en base 20, es decir, en vez de utilizar números en base 10 (o sea, que después del 9 se añade una decena y la unidad vuelve 0) o en base 30 o 31 (después del 30/31 viene el 1 otra vez...) se utiliza una numeración que va del 0 al 19 y luego vuelve a empezar. Por ejemplo: después del 0.19 viene el 1.0 y después del 1.19 viene el 2.0 y así continuamente. Así pues, el calendario maya utilizaba 5 números en base 20 para definir un calendario, tal que así: 0.0.0.0.1, 0.0.0.0.2 .... 0.0.0.0.19, 0.0.0.1.0... etc. Cada incremento numérico en el calendario corresponde a un día a partir de la fecha de inicio (que como ya hemos dicho antes los expertos discrepan de cuando cae, pero se aproxima que por allá el 3114 antes de Cristo). Luego tenemos un calendario que cuenta días en una cuenta de 5 dígitos en vigesimal, es decir, que puede contar, aproximadamente, el paso de 60 millones de días.

Bueno, una vez explicado esto, sería lógico pensar que dicho calendario termina el 19.19.19.19.19, pero, no nos precipitemos, pensemos en el concepto de "el fin de un calendario". ¿Qué diablos quiere decir eso? ¿Un calendario puede terminar? ¿Después de diciembre no viene enero? La respuesta es sencilla: No, un calendario no tiene final. Después del 19.19.19.19.19 viene el 0.0.0.0.0 de nuevo, igual que después de las 23:59 vienen las 00:00 o después del 31 de diciembre viene el 1 de enero. Un calendario, conceptualmente, es un sistema cíclico de conteo y, como los números, es infinito. Incluso cabe la posibilidad de pensar que después del 19.19.19.19.19 viene el 1.0.0.0.0.0 y si el universo sobrevive el tiempo suficiente y vuelve a pasar 20 veces este tiempo, nos encontraríamos que después del 19.19.19.19.19.19 viene el 1.0.0.0.0.0.0 y así sucesivamente hasta, como hemos dicho antes, el infinito.

Pero, hasta aquí, si somos buenos niños y un poco crédulos, aun podríamos entender que el fin del calendario le quite el sueño a más de uno y, si así fuera, aun mantendríamos algo de respeto a semejante hito histórico, pero, aun es más absurdo, porque no es que estemos acercándonos al temido 19.19.19.19.19 si no que, resulta, que nos estamos acercando al 13.19.19.19.19... No sé si a nuestro estimado lector se le antoja el asunto tan arbitrario como a mí... ¿Por qué el 13.19.19.19.19 y no... no sé... el 13.13.13.13.13 (siendo el 13 el número sagrado maya) o... yo que sé... el 1.2.3.4.5 o el 12.4.7.17.2 o algo similar? ¿Por qué el 13.19.19.19.19 y no mañana? ¿Porque lo dijeron los dioses? ¿Los mismos dioses que dejaron que los conquistadores exterminaran a su gente y a los que, a día de hoy, no debe adorar nadie o casi nadie? Cuando uno se enfrenta a criterios de selección tan racionales, le dan a uno ganas de comprarse un sombrero para poder quitárselo...

Dejemos las inocentadas mayas y pasemos a la siguiente crisis. Y la próxima que sea una de verdad.